Aunque se diría que es fácil la respuesta a esta pregunta, en realidad no es tan evidente como parece. Nosotros también pensábamos al principio que se trataba de un pino altísimo… pero nos equivocábamos.

Si nos guiamos por su apareciencia, diríamos que ese árbol enorme, y por tanto, con muchos años de vida, que crece junto a la escalinata de entrada de Villa Indiano, es un gran pino. Ambas especies, el pino y la que nos ocupa, comparten bastantes cosas. Además del porte y de tener unas raíces muy desarrolladas, comparten una buena resistencia a la sequía y los fuertes vientos y un rápido crecimiento. A parte de eso, son muy distintas.
Esta planta de hoja perenne o semi-perenne nos sorprende en primer lugar por su procedencia, ya que es originaria principalmente de Australia, aunque también se encuentra en el sur de Bangladesh, Myanmar, Tailandia, Malasia, Melanesia, Micronesia, Filipinas y Polinesia. Como árbol cultivado, tiene una gran difusión en el archipiélago canario. El género está compuesto de unas 15 variedades distintas que pueden llegar a medir hasta 20 metros de altura, desarrollan hojas alargadas y muy finas, muy parecidas a las acículas de los pinos y también unas falsas piñas globosas que contienen los frutos, de ahí la confusión.
La casuarina
Ese es el nombre de nuestro árbol, casuarina. Aunque por su parecido con los pinos, esos árboles que nos son más cercanos, también se la conoce comunmente como pino australiano. Y recibe otros nombres muy curiosos: pino de París o árbol de la tristeza.


Se utiliza frecuentemente en la rehabilitación de suelos agotados por la actividad intensiva agrícola o ganadera por ser una especie fijadora de nitrógeno. También se utilizó de manera muy amplia para estabilizar el movimiento de arena de las dunas costeras móviles.
LA CASUARINA
DE VILLA INDIANO
¿Cómo llegó hasta aquí?
El nombre de Villa Indiano no es casual. Se conocían con este nombre, «indianos», a aquellos que, a finales del siglo XIX y principios del XX, emigraban a América con intención de hacer fortuna y regresaban, años más tarde, a sus lugares de origen enriquecidos no solo en dinero sino en experiencias.
Como recuerdo de su estancia en ese continente solían traer consigo especies de árboles exóticos o poco frecuentes en el Mediterráneo. Bien sea como ejercicio de nostalgia o de narcisismo, los indianos solían plantar estas especies en un lugar bien visible de sus villas de residencia o de veraneo, generalmente junto a la entrada. Así, con el tiempo, podrían seguir demostrando a todo el que se parara a admirar los futuros árboles que crecerían de esas semillas exóticas, que habían estado lejos, en el Nuevo Mundo, y que habían regresado.

Los indianos que construyeron la residencia de veraneo que ahora alberga «Villa Indiano», plantaron la casuarina, árbol que trajeron de América, junto a la primera piedra que pusieron y que dio inicio a la edificación de su nueva vivienda.
También en la cercana Villa de San José encontramos un árbol altísimo, que delata una procedencia igualmente exótica, plantado junto a la entrada principal de la villa. Otro ejemplo de ese afan por demostrar que sus propietarios habían viajado a lugares remotos ante aquellos que no habían abandonado jamás su Burjassot natal.

Una historia muy curiosa y que nos recuerda que Villa Indiano es mucho más que un restaurante. Es un espacio donde la historia se une a la gastronomía, el patrimonio y la cultura para crear un lugar único abierto al disfrute de todos.